Vicente Fernández Maldonado, 'El Granaíno', fallecía a los
89 años. Invidente de nacimiento, criado en Plaza Nueva, Vicente decide
estudiar música y hacerse intérprete de la sonata primero, y del laúd,
bandurria, y cualquiera de cuerda, pulso y púa, después. Chacón, Cepero,
Pavón y Marchena son algunos de sus ídolos de infancia.
Cuenta su biógrafo oficial, el estudioso del flamenco José
Delgado Olmos, que con tan sólo quince años Vicente ya debutó en
Valencia, como guitarrista de La Orquesta de La Organización Nacional de
Ciegos Españoles, cosechando un éxito sin precedentes. Más tarde llegó a
ser solista de la Orquesta de pulso y púa de la Dirección General de la
ONCE en Madrid. En Granada, fue fundador y director del 'Trío Granada',
con el que recorrió toda España.
Su formación académica, bebiendo en las fuentes de los
clásicos, no le impidió dar rienda suelta a su vocación flamenca.
Recibió clases del guitarrista hondo de Granada Manuel Salmerón, quien
al ver las aptitudes del niño ciego, lo introdujo en un mundo del que no
saldría jamás.
Vicente deja en el mercado más de doscientas grabaciones
flamencas, tanto como solista, acompañando al cante y al baile. Famosas
fueron sus noches eternas de festivales, junto a los nombres insignes
de, Rocío Jurado, quien le profesaba una admiración entrañable, Pepe 'El
Culata', Juan Varea, José Palanca, Canalejas de Puerto Real -del que
fue compañero y amigo inseparable-, La Niña de La Puebla, Antonio
Mairena o el mismísimo Juanito Valderrama, pues todos los grandes
admiraban y reconocían la pureza de su toque, sin alharacas ni falsos
efectismos.
En un artículo publicado en IDEAL en abril del año pasado,
Juan Santaella contaba que «en 1965 emigró a América, y allí dio
muestras de su arte en Estados Unidos y México, durante varios años, en
compañía de los más afamados artistas flamencos como el 'Niño Ricardo' y
'Sabicas'. Más tarde, regresó a Madrid, donde residió durante 25 años.
Por último, se instaló definitivamente en su tierra -en Granada- donde
ha realizado trabajos de una técnica y un virtuosismo sin igual».
Hombre bueno, sencillo, próximo y comprometido con su
tierra, en febrero de 2010 el Ayuntamiento de Granada le distinguió con
la Medalla de Plata al mérito por la ciudad. Se le propuso a la
corporación que le pusiese una calle con su nombre, pero dijeron que
hasta que no falleciera no sería posible, cuando en otros casos eso no
había ocurrido así. El mundo del flamenco estará siempre en deuda con
este artista, excelente flamenco y hombre cabal, que ha sabido llevar
con orgullo y con un arte irrepetible, por el mundo entero, el nombre de
Granada.
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